11/01/2016

Olvidado Rey Gudú de Ana María Matute


Ediciones Destino. Colección Áncora y Delfín
Noviembre de 2010
765 páginas

Sinopsis:
Olvidado Rey Gudú es una de las grandes novelas de este siglo. Repleta de fábulas y fantasías, narra el nacimiento y la expansión del Reino de Olar, con una trama llena de personajes, aventuras y de un paisaje simbólico: el misterioso Norte, la inhóspita estepa del Este y el Sur, rico y exuberante, que limitan la expansión del Reino de Olar, en cuyo destino participan la astucia de una niña sureña, la magia de un viejo hechicero y las reglas del juego de una criatura del subsuelo.
Tejida de realidad y leyenda, de pasado y presente, Olvidado Rey Gudú constituye también una gran metáfora del alma humana y su historia, alentada por los deseos y las inquietudes que desvelan al ser humano desde hace siglos.


Ahora es cuando todo el mundo se me va a echar al cuello: que libro más aburrido. He buscado críticas y más críticas y todos lo ponen por las nubes. Sólo he encontrado UNA que diga lo mismo que yo y ha sido un alivio ver que no estoy sola.
La prosa es fantástica, exquisita, no se puede negar que esta mujer sabe escribir muy bien. Pero es demasiado lenta, demasiado extensa, demasiada paja por medio.
El libro empieza bien, pero enseguida va decayendo... hasta la página 100 que aparece el Trasgo y vuelve a subir un poco el interés. Luego, más de lo mismo y otra vez y dale y ahora vengo y ahora me voy y así... Y todo para acabar como todos sabemos, sí, lo sabemos porque nos lo dice el título.
La protagonista indiscutible del libro es Ardid. Asistimos a su historia, a su crecimiento personal, tanto físico como mental, su madurez, aunque nunca tuvo una infancia digna de ser llamada como tal.
Me he aburrido, mucho. Y es una lástima, porque la historia es original e interesante. Fantasía medieval, batallas, traiciones... hubiese dado para un muy buen libro, pero algo más corto.

2 comentarios:

  1. Teniendo en cuenta la pobreza de nuestra literatura moderna en el género de narrativa épico-fantástica, Olvidado Rey Gudú es una sorpresa y hasta un lujo. Tiene la plasticidad visual de las batallas de los cantares de gesta, la fantasía de las novelas de caballerías, la elegancia de los ciclos artúricos. El vocabulario es tan rico y variado que hasta se paladea en ocasiones (aunque ciertos giros y expresiones, a fuer de repetitivos, en verdad empalagan); la narración es magnífica, brillante. Por sí sola, hace que sea un placer leer el libro.

    Sin embargo, los puntos flojos también son muchos. Al querer compensar o suavizar la épica más cruda (matanzas en batallas, asesinatos a sangre fría, torturas venganzas, traiciones) con un componente delicado y mágico de cuento de hadas, hay varias ocasiones (que pueden abarcar capítulos enteros) en que la historia pierde todo el sentido. Pasa el tiempo, pasan las páginas, y no vemos más que niños jugando, palabras con mayúscula que no significan nada, y conceptos tan metafóricos, tan abstractos, que acaban desprovistos de significado. Todo lo referente a la princesa Tontina, y al destino de ciertos cadáveres, de los que realmente no se sabe si se transforman en algo diferente a polvo y tierra, o si es todo una alegoría, raya en lo absurdo, cuando no en lo ridículo.

    Otro defecto es la repetición de tópicos. Son lugares comunes dentro de la narrativa épica, y en principio no hay problema con que aparezcan: una persona sedienta de venganza acaba enamorándose de quien se tenía que vengar; la mano derecha del rey lo traiciona, bien aliándose con su enemigo, bien liándose con su esposa; los hermanos se enfrentan entre sí por el poder; los hijos bastardos aparecen sorpresivamente para reclamar un trono que no se merecen. El problema no es que esos tópicos estén presentes, es que pasan varias veces: se repiten dentro de grupos diferentes de personajes o de unas generaciones a otras. La primera vez están bien; la segunda o la tercera, uno ya piensa que la autora abusa del concepto de tiempo e historia como algo cíclico. Personalmente, creo que algo falla cuando un lector aparta el libro y mentalmente exclama: "¿Otra vez?".

    Por último, no puedo terminar una reseña de este libro sin mencionar los nombres. Los nombres son terribles. No terriblemente originales, ni terriblemente divertidos: terribles. Como un niño nace contrahecho, lo llaman Contrahecho. Como cierto hijo es el predilecto de su padre, lo llaman Predilecto. Como otro niño es dulce como el almíbar, lo llaman Almíbar. Como una niña está decidida a abrirse camino mediante engaños y ardides, se llama a sí misma Ardid. Como el trasgo es un trasgo, lo llaman Trasgo. Como en una familia son muy soeces, se llaman Soeces. Y salvo en unas pocas ocasiones, no son motes, ni apodos: son sus nombres de verdad. Los hermanos Ancio, Bencio... mejor no sigo. El punto hasta el que llega el poner nombres "inspirados" (sin mucha imaginación, por cierto) por la personalidad o el aspecto es verdaderamente irritante. Supongo que la intención de la autora era desligar su mundo y sus personajes de cualquier referente real o histórico, que los nombres no pudieran tener ninguna raíz germánica o latina o de otra procedencia. Sin embargo el resultado es más risible que respetable.

    Aun con todos estos momentos en que he tenido que tomar aliento y forzarme a seguir leyendo, el libro me ha gustado. Es innegable la calidad de la parte épica, la narración de las batallas, de la estrategia, del entrenamiento de los soldados, o de la vida en un castillo de guerreros. Pero la parte poética pincha y se desinfla. Sé que lo volveré a leer más veces, pero también sé de que capítulos puedo prescindir.

    (He tenido que cortar un párrafo porque por lo visto el comentario era demasiado largo=.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡¡Buff!! Yo no me veo con ánimos de volver a leerlo... Las últimas partes del libro casi las leía ya por encima de lo pesado que se hacía, como para volver a él... Buscaré otro tipo de literatura fantástica, seguro que alguno bueno tiene que haber.

      Eliminar

¡Muchas gracias por comentar!